Vuelta a las andadas. Después de un par de partidos,
al menos con victoria, aunque aquí ya comentábamos que los problemas del equipo continuaban, el sábado vuelta a la
cruda realidad de las (habituales) derrotas fuera de casa, a los “regalos” a
los rivales, y a una afición, que como siempre fue lo mejor, que tuvo que
regresar a casa disgustada y amargada. Pero este es el Real Oviedo, ese equipo
al que le tiran tres veces entre palos y le hacen tres goles (cualquier día,
con tres disparos, nos van a hacer cuatro), ese equipo de los regalos en
defensa y portería perennes, ese equipo en el que cada balón parado en contra
hay que encomendarse a la “divinidad”, ese equipo que le cuesta dios y ayuda
llegar arriba con algo de peligro, ese equipo al que, según las estadísticas publicadas
estos días por la prensa, el 42 y pico por ciento de los disparos que nos hacen
, son goles……….en fin, es el Real Oviedo.
Y eso que llegábamos a Valladolid en una tarde de Sábado
agradable, con una muy mala racha de
ellos, con dos partidos por nuestra parte seguidos remontando y ganando, con nuestra
afición fiel y “entregada”, pero nuevamente, y como tantas y tantas veces,
fuimos capaces a resucitar a un “muerto”. Y con muy poquito, porque realmente
el R. Valladolid, tampoco es que fuera nada del otro mundo. Simple y
llanamente, se dedicó a aprovechar nuestros regalos, y ya desde el minuto 4, en
un gol de “chiste”, se pusieron por delante y nosotros, “na de na”
Y como decíamos, el sábado, tras la baja obligada de
Carlos por tarjetas, entro en la zona central Valentini junto a Cristian y Forlin, con Cotugno y Mossa
en los laterales, Diegui en banda con Saúl en la otra, y Aarón en la media
punta con Linares arriba. Y como ya ha pasado muchas veces, demasiadas, a los 4
minutos ya se nos ponían por delante y
el partido cuesta arriba, tras un córner de “chiste” cedido por Juan Carlos y
que se paseo por el área sin ser despejado. A partir de ahí, como casi siempre
un quiero y no puedo, con control del balón pero con nula llegada al área y sin
causar peligro alguno en la portería pucelana. Ellos, tampoco, pero iban por
delante. Y asi en la segunda parte, seguíamos con la posesión pero en zonas “sin peligro”, y
nuevamente en un balón parado, enésimo error en la marca, y con nada, el
Valladolid que casi sentenciaba el partido. Entrada de Yeboah, Pucko y de Steven (seamos serios, para tener a Owusus o Puckos en el banquillo, vale más
tener al menos gente de la casa que no desmerecen nada) , y fuimos capaces
al menos de poner un poco de emoción con
el golin de Linares. Pero poco duró, porque con el equipo ya volcado, Michel,
en posible fuera de juego, dejaba el partido visto para sentencia. Lo dicho,
una más de las “de fuera de casa”, y sobre todo, muy sentido por el montón de
oviedistas que se fueron hasta pucela para ver otro bodrio mas.
Y ahora, pues vuelta al Tartiere. Y menos mal que,
al menos, en unos de estos dos partidos fuera de casa, fuimos capaces a
conseguir la victoria. Porque como ya henos repetido varias veces, cada partido
que fuera no “ruquemos” nada, al
final se convierte en llegar a Tartiere
con “plomo” en los pies y en una final. Y el que llega es el Numancia, un
muy buen equipo que ya en la copa fue capaz de ganarnos. Pero toca ponerse el “mono
de trabajo” y lograr salir a por los
tres puntos.
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